Tras veinte años desde que su obra fue quemada por un coctel molotov, el escultor nacional Luis Umaña vuelve a la carga y su escultura se yergue de nuevo, en Llano Grande de Cartago.
La obra, monumento al sufragio, quemado pocos días antes de entregar su último mandato presidencial José Figueres Ferrer -quien había ordenado su construcción- rememora la muerte de varios campesinos de esa localidad brumosa el 13 de febrero de 1944, al oponerse a la violación de las urnas electorales.
Es una construcción de marmolina, con un color final de bronce añejo, y junto a su colaborador Martín Monestel, el escultor de 72 años duró cuatro meses en su elaboración. El concepto de la estatua es la libertad electoral, donde la figura de un hombre -representa al pueblo de Costa Rica- esculpe la frase: El sufragio es soberanía.
El sitio en que fue instalada la obra le permite dominar la zona noroeste de Cartago y los que viajan hacia Llano Grande la pueden divisar desde la lejanía.
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